Uno de los pelajes más curiosos que puede presentar un pequeño felino es el que se denomina carey, o tortuga por el parecido que guarda con el caparazón de estos animales. ¿Qué extraña combinación genética permite que un gato tenga esa apariencia?
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Lo primero que debemos saber es que, en realidad, se trata de un gato tricolor (naranja, negro y sus variantes, y blanco). La respuesta la encontramos en el gen O (orange, naranja en inglés), relacionado directamente con el gen X. Como las hembras tienen dos genes XX es mucho más habitual encontrar gatas carey que machos con este pelaje. Intentaremos no complicar mucho la explicación, pero fundamentalmente se basa en una combinación de genes que activan o desactivan el pigmento que colorea el pelo.
El gen O convierte el pigmento negro en naranja y el o (no naranja) permite que cualquier otro color aparezca en el pelaje del animal. Ambos genes trabajan en la pigmentación del pelo. Así, es posible que haya naranja y negro al mismo tiempo. En el caso de las gatas carey el color blanco puede incluso no tener ninguna presencia a pesar de ser un gato tricolor.
Lupe es una gatita de tres años que tiene mucho de carey, especialmente en la cara, donde las dos rayas negras que hacen las veces de cejas le fruncen el ceño, pero engaña, porque es una gata maravillosa. Como todos.